sábado, 28 de septiembre de 2019

Las palabras que no se lleva el viento


El análisis de las políticas orientadas a la primera infancia y sus implicancias ha cobrado suma relevancia a nivel nacional e internacional en los últimos años. Diversos estudios muestran la importancia de observar lo que ocurre en esta etapa del ciclo vital, no solo para analizar los resultados y garantizar derechos en la niñez, sino también por las consecuencias de esta etapa en la vida adulta[1]. Las habilidades y aptitudes adquiridas en edades tempranas constituyen la base para el desarrollo futuro de las personas, por lo que la inversión en primera infancia resulta esencial para romper los ciclos de pobreza y la reproducción de la desigualdad[2].
Si bien acorde a los programas electorales de los distintos partidos políticos parece haber acuerdo respecto a este tema, varios elementos llaman la atención. Por un lado, tal como plantean todos los partidos, la reducción de la pobreza, y en particular la pobreza infantil es uno de los desafíos más importantes que tiene el país. Sin embargo, lo que no mencionan los partidos de la oposición es que la reducción más importante de la pobreza en hogares con niños fue durante el período frenteamplista, pasando de 54% en el año 2005 a un 17% en el año 2017 y siendo cercano al 40% durante los años 90[3].
Aún falta mucho, pero los avances acaecidos en los últimos años no han sido casualidad sino producto de un compromiso por la protección de los niños y niñas uruguayas. Políticas sociales puestas en marcha a partir del año 2005 como la ampliación de las transferencias monetarias a través del PANES, Asignaciones Familiares-Plan de Equidad y Tarjeta Uruguay Social, han sido claves en la reducción de la pobreza infantil. Adicionalmente, los resultados de estos programas lograron mejoras en los niveles nutricionales de los niños y recién nacidos, un aumento en los niveles de asistencia educativa, una mejora en la realización de controles sanitarios en la primera infancia, así como una mejora en las condiciones de los hogares[4].
Además de los esfuerzos en mejorar la situación económica de los hogares con niños, también parecería de común acuerdo la relevancia de otras dimensiones a la hora de pensar el desarrollo infantil. Hay consenso en la importancia de la educación en la primera infancia como elemento central al que continuar dedicando esfuerzos. Nuevamente, no hubo período de mayor ampliación y dedicación a esta dimensión como con los gobiernos frenteamplistas. Ejemplo de esto son los CAIF, que, si bien son creados en los 90, son expandidos de forma importante tanto en número de centros como en la cantidad de niños que cubren. Además, con la creación del Sistema Nacional de Cuidados en el año 2015 se refuerza la cobertura y servicios de educación inicial a través de las Casas Comunitarias de Cuidado, los Centros de Atención a la Primera Infancia (CAPI), los espacios de cuidado y educación en los liceos, entre otras. Estos esfuerzos hicieron que la asistencia educativa en los niños de 3 años pasara de 46% en 2006 a 72,5% en 2017, siendo particularmente importante el incremento para los hogares de menores ingresos[5].
Por otro lado, también se destaca en todos los programas electorales la importancia de la salud en la primera infancia. También en esa dimensión parece que fue necesario que llegara el Frente Amplio para que esto se reflejara en hechos. En el año 2007 con la aprobación de la Reforma de la Salud bajo los pilares de universalidad y equidad, se logra aumentar exponencialmente los niveles de cobertura infantil en los servicios de salud, otorgando atención integral de salud a unos 600.000 niños menores de 18 años. Adicionalmente, en 2012 se pone en marcha el programa Uruguay Crece Contigo, orientado a mujeres embarazadas y niños menores de 4 años, el cual busca generar apoyo para mejorar las prácticas de crianza en los hogares, promover la realización de controles de salud, entre otras. La evaluación de UCC muestra que el programa tuvo un impacto positivo en el estado nutricional de los niños, así como en el desarrollo infantil[6]. El conjunto de estos programas, generó que en el año 2018 se llegara a la tasa de mortalidad infantil más baja de la historia, alcanzando 6,7 cada mil nacidos vivos, considerablemente menor si la comparamos con la tasa existente en el año 2003, 15,1. Este hecho, junto otros factores como la reducción de la tasa de bajo peso al nacer, y la mejora de las condiciones de hogares con niños, hace que Uruguay sea el mejor país para nacer dentro de América Latina. 
Más aún, durante este período se dedicó especial atención a la generación de fuentes de información que pudieran reflejar la situación de la primera infancia en el país. Si bien estos esfuerzos no impactan directamente en la situación de los niños, la posibilidad de contar con fuentes específicas que permitan realizar un diagnóstico de la situación es clave a la hora del diseño, implementación y seguimiento de las políticas. Ejemplo de esto son la Encuesta Nacional de Desarrollo Infantil y Salud, o el esfuerzo en la mejora de los registros administrativos de las distintas instituciones públicas.
Todas estas reformas realizadas durante los gobiernos frenteamplistas muestran la importancia que se le dio a una etapa clave en el ciclo vital. El reflejo de esto también se observa en el aumento del gasto público social dirigido a la primera infancia, que pasó de cerca del 4,5% a aproximadamente 6% del PIB entre el año 2005 y 2015[7]. La inversión quinquenal en primera infancia es la más grande de la historia, con un presupuesto que alcanzará 160 millones de dólares al finalizar el período de gobierno.
Que la atención a la primera infancia es algo central para garantizar los derechos en las trayectorias de vida de las personas y para la sociedad en su conjunto, hoy parece ser algo aceptado por todos y de sentido común. Y eso es bueno. Lo que es mejor, es tener claro que, a juzgar por las políticas públicas implementadas, muy poco de ese sentido común marcó la agenda de los partidos tradicionales los años previos al 2005. En los tres períodos de gobierno frenteamplista se han incrementado y fortalecido las políticas y programas orientadas a la primera infancia, materializándose en resultados fundamentales para garantir los derechos de los niños y niñas en Uruguay.


Elisa Failache 

Noemí Katzkowicz




[1] Véase: National Scientific Council on the Developing Child, 2007; Heckman, 1995, 2000; Heckman y Conti, 2012.
[2]Véase: Heckman 1995, 2000; Heckman et al., 2013.
[3] Para datos sobre la pobreza monetaria por edad véase Informes de INE, datos IECON (http://desigualdad.edu.uy/numbers/poverty), o CEPAL (“Las políticas públicas dirigidas a la infancia. Aportes desde Uruguay”, 2018)
[4] Ver por ejemplo Informe de Evaluación de AFAM-PE y TUS llevado adelante por IECON (http://dinem.mides.gub.uy/innovaportal/file/62437/1/asignaciones-familiares---plan-de-equidad.-evaluacion-de-impacto.-2016.pdf)
[5] Ver informe MEC (https://www.mec.gub.uy/innovaportal/file/11078/1/logro-y-nivel-educativo-alcanzado-por-la-poblacion-2017.pdf)
[6] Véase “Evaluación de impacto del programa de acompañamiento familiar Uruguay Crece Contigo” (IECON, 2017)
[7] Véase “Las políticas públicas dirigidas a la infancia. Aportes desde Uruguay” (CEPAL, 2018)