sábado, 12 de octubre de 2019

Jóvenes y mercado de trabajo: Un desafío para encarar la próxima agenda de gobierno.


El diagnóstico sobre la situación de los jóvenes y el mercado laboral muestra a las claras las dificultades que enfrenta ésta población para el acceso a puestos de trabajo decente. El desempleo, la informalidad, el subempleo y las restricciones para compatibilizar con el tiempo dedicado al estudio, parecerían ser la regla más que la excepción entre la población joven, y dentro de ella, las mujeres enfrentan aún mayores dificultades. 
Si bien en los años de crecimiento económico se lograron importantes avances en la reducción de las brechas de desempleo e informalidad con las personas adultas, a partir del 2015 la desaceleración económica ha tenido un fuerte impacto en materia laboral para la población juvenil, la cual ha sido la principal afectada.
Que las condiciones de trabajo de las personas jóvenes estén sujetas a las volatilidades que se registran en materia económica y laboral, parecería no ser una cuestión propia del Uruguay, sino que también se registra en países con similar estructura poblacional, donde el envejecimiento es la característica que sobresale[1]. Esta problemática del envejecimiento poblacional, que se está abordando con mucho más énfasis en los años recientes en el país (y que va a sentirse cada vez más a medida que transcurra el tiempo), no puede pensarse aislada de las restricciones que enfrentan los jóvenes en el mercado laboral.
Si, por ejemplo, la informalidad que hoy afecta a uno de cada tres jóvenes de 18 a 24 años lograra reducirse al nivel de personas adultas (una de cada cinco), los aportes con los que contaría el sistema de seguridad social serían notoriamente mayores y coadyuvarían a alivianar la carga fiscal y a financiar las necesidades de cuidados que el envejecimiento poblacional trae consigo.
Esta es sólo una de las aristas de la importancia que reviste el tema y de cómo se vuelve fundamental lograr que los jóvenes accedan a puestos de trabajo decente, que cuenten con las mismas oportunidades que las personas adultas y que a la vez, no obstaculice el avance en los estudios.
Los gobiernos del Frente Amplio, conscientes de la problemática, han impulsado programas y leyes que favorezcan el empleo juvenil y a la vez le permitan a los y las jóvenes compatibilizar con el tiempo dedicado al estudio y a otras tareas.
Por un lado, el programa “Yo Estudio y Trabajo” destinado a personas jóvenes entre 16 y 20 años que se encuentren estudiando, tiene como objetivo brindar una primera experiencia laboral formal y a la vez lograr el desarrollo de competencias transversales que sirvan para el futuro laboral y estudiantil de estos jóvenes. Además de la beca laboral, el programa desarrolla dos componentes centrales: talleres de orientación educativo-laboral a cargo del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (INEFOP); y acompañamiento durante el desarrollo de la experiencia de trabajo en la empresa a cargo de orientadores laborales.  
Los principales resultados de las distintas evaluaciones, reflejan que el programa logra incrementar de forma diferencial los ingresos laborales de los jóvenes que participaron, en comparación con el grupo de jóvenes que se inscribieron pero que no salieron sorteados para participar.
Efecto del programa en ingresos trimestrales


En el gráfico anterior se presenta la evolución de los ingresos trimestrales laborales para ambos grupos. En esta evaluación de impacto se intenta responder: ¿cuál habría sido la evolución de los ingresos laborales si el Programa no hubiera existido? Lo que se verifica es que de no haber existido el programa, la evolución de los salarios para todos los jóvenes que se inscribieron al programa hubiera sido la línea lisa. Sin embargo, como el programa sí existió, tenemos un conjunto de 2500 jóvenes para los cuales el salario no evoluciona como la línea lisa, sino que evoluciona como la línea punteada. Más aún, la brecha parecería incrementarse a medida que transcurre el tiempo, lo cual es un resultado bastante atípico en la literatura económica de evaluación de impacto de programas laborales y destaca por tanto, el efecto muy positivo que tiene el Yo Estudio y Trabajo[2].
Por otra parte, también se observan efectos positivos en la probabilidad de que los jóvenes vulnerables (aquellos que residen en hogares que cobran AFAM) continúen cotizando a la seguridad social y que simultáneamente continúen insertos en el sistema educativo[3].
Asimismo, la Ley de Empleo Juvenil (LEJ) aprobada en el año 2013, y reglamentada durante el 2015 tiene por objeto promover el trabajo decente de las personas jóvenes, vinculando el empleo, la educación y la formación profesional desde la perspectiva de los derechos fundamentales. En este sentido, la ley prevé distintas herramientas que buscan dar respuesta a este objetivo.
a)    Estímulos a la contratación en el sector privado
b)    Contratación en el sector público
c)    Prácticas formativas
d)    Promoción del estudio
A agosto 2019 se cuentan con más de 9000 jóvenes que están transitando o ya han culminado la experiencia de un trabajo decente, o por prácticas formativas que utilizan los herramentales de la LEJ. Dos de cada tres jóvenes son mujeres, lo que muestra que la incorporación de la mujer al mercado de trabajo es un fenómeno que se extiende a todas las edades, aunque las brechas por género siguen existiendo. Asimismo, tres de cada cuatro jóvenes son de Montevideo, lo que marca la necesidad de expandir este instrumento al resto de las regiones del país, con el objetivo de que los jóvenes que no residen en la capital también cuenten con las mismas oportunidades.
Los esfuerzos de política pública en materia de empleo juvenil si bien parecerían tener resultados positivos, son insuficientes, dado que llegan a un porcentaje menor de la población juvenil. A modo de ejemplo, en el programa “Yo Estudio y Trabajo” se inscriben alrededor de 30.000 jóvenes por edición, es decir, que prácticamente uno de cada cinco jóvenes que se encuentran en condiciones de participar del programa se anota para hacerlo, lo que demuestra las ganas y las motivaciones que tienen estas personas para poder acceder a un trabajo en condiciones decentes que les permita a la vez continuar con los estudios. Sin embargo, la oferta pública de trabajo destinado a jóvenes aún resulta escasa (se encuentran disponibles entre 700 y 800 puestos de trabajo por cada edición).
Para revertir las restricciones estructurales que enfrentan los jóvenes en el mercado de trabajo se requiere no perder todo lo bueno que se ha generado hasta el momento, pero sin dudas se necesita hacerlo mejor. Redoblar esfuerzos que involucren a todas las partes, con un fuerte impulso liderado por la política pública que a la vez le permita al sector privado incrementar la demanda de mano de obra juvenil en condiciones decentes, deberá formar parte de la agenda de gobierno futura, en busca de que la población joven no sea discriminada y cuente con las mismas oportunidades laborales que los adultos. 


Federico Araya


[1] Dolado, J. (2015) “No country for young people? Youth labor market problems in Europe”. Center for Economic Policy Research. CEPR. Press.
[2] Araya, F., Le Barbanchon, T. & D. Ubfal (2019). Un breve resumen del documento se puede encontrar en https://www.povertyactionlab.org/evaluation/identifying-effects-working-while-school-uruguay
[3] Araya, F. & J. Rivero (2016) “Impact of a work-study programme for teenagers: evidence from a randomized controlled trial”. Departamento de Economía, Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de la República. Documento de Trabajo.