La educación
es un derecho humano fundamental y como tal debe ser garantizado por el Estado
a todas las personas.
Desde esta
perspectiva lo primero y fundamental es que el Estado asegure las condiciones
materiales para el acceso y permanencia en el sistema educativo. En este
sentido, durante estos últimos 15 años se han alcanzado niveles de inversión en
educación como nunca antes en la historia[1] y un sostenido crecimiento
en el salario docente, que se han reflejado en más y mejores oportunidades para
nuestros jóvenes.
Asisten en
la actualidad aproximadamente un millón de estudiantes a nuestro sistema
educativo en todos sus niveles[2].
Nunca antes en la historia de nuestro país tantas personas tuvieron acceso a la
educación. Se ha avanzado hacia una universalización de la educación inicial
para 4 y 5 años y de la educación media básica[3] y ha crecido
considerablemente la matrícula en educación terciaria.
Pero aún
falta. Debemos seguir esforzándonos por avanzar en una educación realmente
inclusiva para todos y todas, asegurando no sólo el acceso sino la permanencia
y egreso, de forma que se logren completar al menos los 14 años de escolaridad
que se consideran básicos y obligatorios por ley desde 2008[4]. Nuestras tasas de egreso de
educación media no son satisfactorias y requieren una serie de medidas de
fortalecimiento de trayectorias. Esto no admite el más mínimo retraso y exige
medidas audaces y apuestas firmes, en el entendido de que ningún estudiante
debe quedar atrás. Las propuestas realizadas por el equipo de Daniel Martínez
sobre la base del programa del Frente Amplio van en ese sentido, atendiendo
distintas situaciones de exclusión y buscando proteger y potenciar las
trayectorias educativas de las poblaciones más vulnerables.
Lo segundo
es la "calidad" de nuestra educación. O mejor dicho ¿qué educación
estamos brindando a nuestros jóvenes?, lo que nos lleva primero a preguntarnos
¿qué educación queremos? Enmarcada en el modelo de desarrollo humano,
democrático y productivo que se propone para el país desde el Frente Amplio, la
educación debe brindar las herramientas necesarias para que cada persona
alcance su más pleno desarrollo y sea protagonista de la construcción colectiva
de nuestra sociedad. Una educación democrática, emancipadora y crítica con la realidad.
Esta creo que es la discusión más interesante y que aparece más solapada en el
debate público. Para esto es fundamental evaluar y brindar a la población
información transparente y de calidad sobre el sistema educativo, evitando el
show mediático de rankings y puntajes, enfocándonos en investigaciones que
aporten información relevante para la construcción de políticas públicas. En
este sentido, la creación del Instituto Nacional de Evaluación Educativa
impulsada por el gobierno del Frente Amplio ha sido un enorme avance para el
país.
El tercer
aspecto fundamental es la equidad del sistema. Las sociedades occidentales
actuales están caracterizadas por altos niveles de desigualdad, y la escuela
como institución social no es ajena a esas condiciones. En Uruguay la equidad
ha sido una prioridad en estos últimos años y actualmente es el país de Latinoamérica
que presenta la más equitativa distribución del ingreso. Nuestro sistema
educativo debe seguir avanzando en esta dirección, haciendo énfasis en las propuestas
que trabajan con estudiantes de contextos críticos, particularmente desde el
punto de vista presupuestal, para “compensar” las desigualdades de origen. Es
complejo, pero decisivo, encontrar aquellas condiciones pedagógicas e institucionales
que hagan posible que los niños, niñas y adolescentes en situación de
vulnerabilidad escolar, no solamente ingresen al sistema educativo, sino que
permanezcan en él y que se
les garanticen los aprendizajes fundamentales.
He sido y
soy muy crítico con la realidad educativa uruguaya. Día a día desde mi trabajo
soy testigo de cómo ciertos mecanismos de exclusión perduran y me he enfrentado
a la rigidez institucional y discursos conservadores que ponen trabas al avance
de una educación realmente para todos y todas. Pero esto no me impide
visualizar y reconocer los enormes avances logrados en estos últimos 15 años y
admirar el trabajo de maestras, docentes, educadores, técnicos y demás
trabajadores de la educación, que se plantan frente al status quo con un
compromiso y convicción que invitan a imaginar otros mundos posibles.
En general
en campaña electoral es común escuchar promesas sobre educación. En principio
todos queremos "una mejor educación" o "apoyar a los
docentes" o dar "oportunidades para todos", pero los hechos
muestran que el Frente Amplio priorizó sistemáticamente la educación en todos
sus gobiernos, apostando a la construcción colectiva e invirtiendo recursos
como nunca antes en la historia. Las promesas de cambio son tentadoras, pero no
cualquier cambio sirve. Confío y apuesto a la calidad profesional y humana de
las personas que rodean a Daniel Martínez y al proyecto del Frente Amplio para
seguir transformando la educación de nuestro país.
Juan Martín
Fernández
Economista,
educador y estudiante del profesorado de Historia
[1] En el período 2004-2017 el gasto público en educación creció en términos reales a una tasa promedio anual de 7,1%. (Fuente: MEC).
[2] Panorama Educativo de la Educación 2017
(MEC).
[3] Informe sobre el estado de la
educación en Uruguay 2017-2018 (INEED).
[4] Ley General de Educación (2008)